martes, 15 de septiembre de 1998

¡Vivan los paraísos fiscales!

8/15/2000


¡Vivan los paraísos fiscales!

Es una pena que los países de cultura hispana desaprovechemos la oportunidad de crear importantes centros financieros libres de impuestos cerca de nuestros territorios nacionales

Juan Pina http://www.juanpina.com

Los centros financieros llamados offshore o "paraísos fiscales" constituyen baluartes de la libertad económica, que operan como importantes válvulas de escape de la economía mundial frente a la rigidez administrativa y a la insoportable presión fiscal de la mayor parte de los Estados. Ayudan en muy gran medida al desarrollo del comercio internacional y, aunque resulte paradójico, son beneficiosos para los grandes países cercanos o incluso vecinos. Si Francia tolera la especificidad fiscal de Mónaco, Italia la de San Martín o el Reino Unido las de la Isla de Man y las Islas del Canal es porque esto, lejos de perjudicar la economía del gran Estado adyacente, resulta a éste útil y hasta imprescindible. Basta, por tanto, de hipocresía. Es una pena que los países de cultura hispana, empezando por la propia España, desaprovechemos la oportunidad de crear importantes centros financieros libres de impuestos cerca de nuestros territorios nacionales. En el caso de España, las ciudades norteamericanas de Ceuta, Melilla y el archipiélago canario podrían competir internacionalmente por los ingentes capitales que circulan en el mercado offshore. Pero en lugar de dar pasos en esa línea, el Estado español parece ser uno de los pocos de nuestro entorno que todavía hacen suya la causa obsoleta de privar al mundo de este tipo de enclaves. Para ello se lanza absurda y puritanamente toda suerte de invectivas contra Andorra y Gibraltar; territorios de cuya existencia podría beneficiarse en gran medida nuestra economía -sobre todo la de la zona vecina-si se optara por una política hacia ellos similar a la que otros Estados europeos aplican en sus respectivos casos.

Nuestro Estado es uno de los de su entorno que históricamente, y con cualquier signo político en el gobierno, más ha logrado transmitir a la ciudadanía una sensación injusta de que todo lo offshore es necesariamente sucio y delictivo. Esto ha perjudicado sobre todo a los pequeños inversionistas, que ~n nuestro país -muy al contrario de lo que sucede en otro-siempre han visto la inversión en este tipo de territorios como algo reservado a los grandes financieros, e incluso como algo arriesgado y lleno de transgresiones. Esta campaña constante de nuestras autoridades habrá beneficiado seguramente a las arcas públicas, constantemente succionadas por esas mismas autoridades, pero desde luego no ha beneficiado en absoluto a los ciudadanos ni a la economía del país. No es una coincidencia que los Estados más tolerantes y menos empeñados en erradicar sus "paraísos fiscales" vecinos se encuentren entre los más desarrollados y entre los que mayor indice de libertad económica alcanzan en los rankings anuales. La existencia de este tipo de territorios tiene un efecto positivo adicional. ayudan a limitar la voracidad fiscal de los Estados, ya que cuanto menor sea esta más fácil será que la gente no se moleste en refugiar su dinero fuera del país. Aunque sólo fuera por esta razón, ya seria enorme la contribución de este tipo de países y territorios a la causa de la libertad.

La mayoría de los "paraísos fiscales" son Estados y territorios coloniales muy pequeños que recurren a esta legítima forma de competir por el capital exterior. Una "caza de brujas" internacional contra estos territorios, además de ser cínica y atacar frontalmente a la economía mundial, seria un ejercicio de arrogancia intolerable por parte de Estados más grandes. Competir en lo fiscal es tan legitimo como hacerlo en cualquier otro campo, sobre todo cuando los impuestos confiscatorios de los grandes Estados brindan esa posibilidad en bandeja. Además, no todos los centros offshore cuentan con otras fuentes de ingresos, como el turismo, por lo que la pretensión homogeneizadora en lo fiscal es injustamente atentatoria contra la propia supervivencia económica de estos enclaves y, por ende, contra la pluralidad y la diversidad de sujetos de derecho internacional en nuestro mundo. Cada territorio, incluso dentro de un mismo Estado de tipo federal (como ocurre en los Estados Unidos), debe ser capaz de competir fiscalmente para atraer empresas, residentes, registro de buques y aeronaves, etcétera.

El legítimo negocio offshore no puede amparar, sin embargo, el blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico y otras actividades criminales. Pero se confunde intencionalmente a la opinión pública cuando se mezclan ambas cosas. Si un país o territorio cualquiera, ya sea fiscalmente "paradisíaco" o no, se relaja en la persecución de este tipo de actividades, habrá que criticarle y adoptar medidas contra él por esto, no por su tratamiento fiscal.

Además, las ingentes fortunas derivadas del crimen organizado y de los tráficos ilícitos no están en las Islas Caimán, Jersey o Liechtenstein, sino en los principales mercados inmobiliarios y de valores de nuestro mundo.

Los "paraísos fiscales" son hoy en día cada vez más numerosos. Su número y su volumen de negocio crecen a la misma velocidad con la que disminuye en el mundo entero la aceptación de los impuestos abusivos, del papel hegemónico del Estado en la economía, de las fronteras en el campo financiero, del proteccionismo y de tantos otros vestigios de un pasado que no volverá. El futuro, a muy largo plazo, se parece seguramente más a un enorme "paraíso fiscal" que a una enorme economía tradicional. Ojalá que estos simpáticos enclaves de libertad, cuando desaparezcan como tales lo hagan porque ya no sean necesarios. Y, mientras tanto, es de justicia que los liberales rompamos una lanza en su favor y contribuyamos a que se les reconozca su papel y, sobre todo, a que dejen de ser victimas de la calumnia interesada. Vivan los "paraísos fiscales" .


De “Perfiles Liberales” Sept./1998

Juan Pina es Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Centro Democratico y Social / Unión Centrista (CDS), Vicepresidente de la Internacional Liberal y corresponsal de Perfiles Liberales en España.